viernes, 31 de marzo de 2017

Resaca


Que giman las Amazonas cuando sus caballos troten.
Que quiebren las cigüeñas sus picos cuando croten.
Cluecas al fin las posaderas de tronos al desmorone
del ronco enroque del Rex.

Que estallen los corsos escrotos protocolarios de corsé.
Que tosan bilis al ver la fosa y, en ella, a su San José,
padre tan alto y calvo que vendió a sus hijos por un puñao de 
parné;
al cambio: mi cara, tu carnet.

Truenos a la salva y de verano el agua tibia.
Pies y charcos que alborotan calles mansas hasta entonces;
mansas a la fuerza, a pan, a circo... a golpes.

Trepan troncos estas nuestras manos simias
para otear desde la altura ese su alquitrán inmundo
rajado de las verdes fuerzas de lo hondo y catacumbo.

Ruido de grillos y al sol los lagartos.
Ellos corren en volandas y descalzos.
Cálida piel y blanda al contacto de los olores
merecen, acaso, de las aves cantos y loores.

Ya no hay prisa, no hay tiempos que midan los relojes,
no hay orden tampoco que someta a un canon las pasiones,
no hay letreros, ni carteles ni, por tanto, direcciones;
no hay lecciones, maestro, ni cura que te adoctrine y condicione.

Gritos iracundos de no saber por qué cojones
no torna lo que sea del lado que ello torne
y me amolde a vivir con calcetines y camisas de botones,
a seguir, así de insomne, una perra vida de hombre
con la certeza de una muerte al fin.

Resignación a la cruz, al cilicio,
a mirar con curiosidad al precipicio
de las aceras y las torres de marfil.

Resignación al asco de tocarnos,
al pudor, a la paciencia,
a la química capa de alkil.

Tortura de querer matar al semejante
sin un mínimo gesto en mi semblante;
nihilismo también en el de él.

Ruido de claxon en una habitación cerrada a lo privado.
Jeringuillas acumuladas en el fondo del lavabo.
Cucarachas. No han barrido. No han fregado.
Entra con más fuerza el sonido del atasco.
Resaca.

Poló

Compay Segundo - La negra tomasa

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