Como la mosca que golpea la ventana buscando libertad
me doy de bruces con las leyes,
pues ni los presidentes ni los reyes
me abrirán a mi el cristal.
Mas si el enjambre de moscas se empecina
(¡Que vengan todas! ¡Las del baño y la cocina!)
y arremeten a la vez contra aquel que las enjaula,
por pura molestia, cojonera y testaruda,
abrirán el ventano para quitárselas de encima.
Pero nadie había advertido que la calle es dura y fría.
Que allí no hay water ni basura donde comer fresco cada día.
Que ser libre solo es bello si disfrutas la anarquía.
Todas ellas, a hurtadillas, volvieron a la casa.
Todas menos una que se quedó fuera "a ver que pasa".
Las cautivas, henchidas de placer,
aplanaban sus cabezas una y otra vez,
hasta que un diario gris, harto del zumbar,
llenó las sección de esquelas sin aviso al redactor.
Y la que quedó fuera, sin pena ni dolor,
aprendió de esta lección que mejor ser mosca libre,
que morir como el montón.
Paulus M.
Y bueno, estaba estudiando, había una mosca... y este es el resultado.
Aquí interpretada por la Orquesta Filarmónica de Berlín
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