lunes, 21 de febrero de 2011
Sonrie
Rebuscando en los bolsillos encontró: unos naipes, le gustaba la magia pero nunca apostaba dinero jugando al póquer; unos pañuelos, aún estaba algo acatarrado; una medalla de la Virgen, aunque no creía en Dios; y unas llaves.
-¿Cuál quieres abrir? -preguntó.
Una caricia, un beso, y querer parar el tiempo. Cuando la dualidad pierde el sentido y todo es uno, un silencio lo dice todo.
A la vuelta Cheshire miraba desde arriba con esa particular manera de sonreir mientras dos sombras se perdían entre las farolas.
Canción recomendada: Sniff 'n the Tears - Driver's seat
Escuchar en Spotify
Video de la canción:
Paulus M. a la señorita Macarrone
jueves, 3 de febrero de 2011
Lawrence
El sol pegaba en la nuca como nunca. Podía sentir cada gota de sudor recorriendo la espalda. La ropa estaba empapada. Pesaba como si estuviese tejida en plomo hundiéndole cada vez más en la arena. La lengua seca, la garganta rasposa, la piel curtida, los ojos llorosos y repletos de arena.
Cuando llegó a la cima de la duna consiguió ponerse de pie. No sin cierta dificultad pudo ver la vasta amplitud del desierto. La maldita arena lo cubría absolutamente todo y el calor hacía que el horizonte se desdibujase en curvas vaporosas. Le pareció ver un brillo más allá de la arena. Quizá un espejismo, quizá el reflejo de una piedra bien pulida, quizá su última esperanza.
Un soplo del desierto le tiró duna abajo revuelto en un alud de arena. Desorientado gateó en busca de aquel brillo y fue en ese momento cuando la arena comenzó a derretirse. En aquel valle de dunas se estaba formando un remolino de barro rojo y a cada vuelta se hundía más y más. Pronto el barro le llegó hasta la barbilla, la boca, la nariz...
Brillos. Luces. Rojo. Naranja. Amarillo. Y aquel destello...
Abrió los ojos. La cortina se movía con el viento y de vez en cuando el sol le daba en la cara. A su lado estaba ella, abrazándole.
Canción recomendada: Wilco - Sky Blue Sky
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Video de la canción:
Paulus M.
Cuando llegó a la cima de la duna consiguió ponerse de pie. No sin cierta dificultad pudo ver la vasta amplitud del desierto. La maldita arena lo cubría absolutamente todo y el calor hacía que el horizonte se desdibujase en curvas vaporosas. Le pareció ver un brillo más allá de la arena. Quizá un espejismo, quizá el reflejo de una piedra bien pulida, quizá su última esperanza.
Un soplo del desierto le tiró duna abajo revuelto en un alud de arena. Desorientado gateó en busca de aquel brillo y fue en ese momento cuando la arena comenzó a derretirse. En aquel valle de dunas se estaba formando un remolino de barro rojo y a cada vuelta se hundía más y más. Pronto el barro le llegó hasta la barbilla, la boca, la nariz...
Brillos. Luces. Rojo. Naranja. Amarillo. Y aquel destello...
Abrió los ojos. La cortina se movía con el viento y de vez en cuando el sol le daba en la cara. A su lado estaba ella, abrazándole.
Canción recomendada: Wilco - Sky Blue Sky
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Paulus M.
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