Y ahí estaba yo. Intentando parar de pensar en todos lo que me había pasado aquella noche.
Todo mi cuerpo recordaba, enfurecido, los golpes que hacia tan solo un par de horas había sentido.
Me dolía cada centímetro, cada minúscula parte gritaba de dolor enviando al cerebro un sufrimiento casi insoportable.
La nariz estaba rota, agonizaba buscando el aire frio de aquella mañana de año nuevo.
Mis ojos incapaces de ver más allá de sus propios iris, se esforzaban por encontrar la luz del sol; y el sonido era el estruendo inaudible.
Fue un castigo supongo, pero no lo cambiaría por nada del mundo.
El vulgar secuaz.
Artista recomendado: Gretchen ParlatoTodo mi cuerpo recordaba, enfurecido, los golpes que hacia tan solo un par de horas había sentido.
Me dolía cada centímetro, cada minúscula parte gritaba de dolor enviando al cerebro un sufrimiento casi insoportable.
La nariz estaba rota, agonizaba buscando el aire frio de aquella mañana de año nuevo.
Mis ojos incapaces de ver más allá de sus propios iris, se esforzaban por encontrar la luz del sol; y el sonido era el estruendo inaudible.
Fue un castigo supongo, pero no lo cambiaría por nada del mundo.
El vulgar secuaz.
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